El hombre sin mundo

El hombre sin mundo se atribuye al legendario (e imaginario) director soviético de los años 20 Yevgeny Antinov, pero la película es cualquier cosa menos antigua. De hecho, el propio Antinov es la creación de la cineasta contemporánea Eleanor Antin, artista, autora e intérprete de renombre mundial. El film es un melodrama conmovedor y cómico ambientado en un típico shtetl (pueblo) de Polonia. La lucha de los judíos contra la pobreza y el odio racial se complica por su propia división en facciones políticas rivales de la ortodoxia religiosa, los asimilacionistas, los socialistas, los sionistas, los anarquistas y los supervivientes. Mientras los judíos del shtetl persiguen sus amores, su política, su religión, sus negocios y sus sueños de futuro, el ángel de la muerte está siempre cerca… El hombre sin mundo es la «carta de amor» de Antin a su madre, actriz del teatro yiddish de Polonia, que padecía la enfermedad de Alzheimer cuando se rodó esta película. Al igual que el personaje de Zevi, la madre de Antin anhelaba los escenarios de Varsovia, pero a diferencia de él, nunca llegó a la gran ciudad. La película también es una carta de amor al apogeo del cine mudo.